Estos son los diarios de un aprendiz que pretende descubrir el Dharma y su significado.
Hace 2500 años comenzó un camino, decidí unirme a él,
el 4 de noviembre de 2009 de la Era Común.

martes, 19 de enero de 2010

El eje de la rueda de la vida

La semana pasada comencé el curso de la rueda de la vida y este lunes se dedicó a la explicación del eje en torno al cual gira la rueda. Saddhakara es partidaria de contemplar la rueda de la vida, no tanto como una pintura sino como un espejo al que podemos agarrar por la cola del monstruo y en el que podemos vernos.

Según Sangharákshita (1993) "la Rueda de la vida no está hecha de cuatro círculos sino cuatroespejos concéntricos. Podemos mirar el espejo cuatro veces y cada vez que lo hacemos logramos ver más aspectos de nuestra persona. Es como un espejo mágico o como una bola de cristal en la que podemos vernos... La primera vez que miramos en el espejo central encontramos: un gallo rojo que se encuentra golósamente picoteando la tierra; una serpiente verde con los ojos brillando de enojo; y un cerdo que se encuentra revolcándose en el lodo y con las orejas a modo de anteojeras, de modo que sólo ve lo que tiene delante. Estas tres criaturas forman un círculo y cada una está mordiéndole la cola a la figura que tiene enfrente. Generalmente se dice que éstos representan los "Tres Venenos Mentales" de la avaricia, el odio y la ignorancia, que se encuentran presentes en nuestro corazón"

Durante su parlamento Saddhakara explicó que el cerdo representa la ignorancia; una ignorancia espiritual que es activa, en la que no somos víctimas y en la que nosotros tapamos nuestro campo de visión con nuestras orejas y vemos únicamente aquello que tenemos delante del morro. Saddhakara dice que tendemos a echar la culpa alguien o algo y en occidente ese algo suele ser la educación recibida. Nunca reconocemos el papel que tenemos como protagonistas de nuestra vida, porque el miedo que tenemos a mirar a nuestro alrededor nos hace centrarnos en otear nuestro "castillo seguro". De esta ignorancia activa surgen los otros dos venenos: la avaricia, la avidez o el deseo neurótico y el odio, el rechazo o la aversión.
La avidez que representa el picoteo compulsivo del gallo intenta conseguir el mayor número de cosas para reforzar nuestro castillo, a nosotros mismos, con la finalidad de tranquilizarnos y adquirir serenidad. La víbora por su parte tiene una actitud de rechazo a todo aquello que te intranquiliza o va en contra de nosotros, de modo que los puntos de vista que no nos refuerzan se desestiman y se rechazan. Únicamente aceptamos los puntos de vista que nos afianzan y nos consolidan en nuestra posición. Según Saddhakara estos venenos constituirían la ignorancia primordial que nos lleva a rechazar lo que va en contra de nuestra idea del yo y aceptar aquello que nos afianza en nuestros viejos puntos de vista.En definitiva, lo que vamos a encontrar en el eje de la rueda son las manifestaciones negativas del ego o del yo.
En este punto, es cuando a Saddhkara le gusta recordar las palabras del Buda cuando sentado bajo el árbol bodhi ya ha trabajado esos estados torpes y burdos que se objetivan como los ejercitos de Mara y también ha superado de forma firme su deseo representado por las doncellas, hijas de Mara. Es en ese momento cuando surge delante de él una imagen de si mismo que le viene a decir: "muy bien hecho, has dominado tus estados torpes y tu deseo". Esta imagen en si podría ser considerada como la autocomplacencia del ego y del yo. Es en ese momento cuando Siddartha que todavía no había alcanzado la iluminación dice: "Te conozco se quien eres, y no volverás a construir en mi tu tabernáculo". Y fue a partir de este momento cuando se rompió algo mas y pudo continuar en un proceso de meditación profunda que le llevaría a la iluminación.

Tras su discurso, Saddhakara nos sugirió que trabajásemos cual es el animal o el veneno que emerge de forma prominente en nosotros. Y a eso me voy a poner en estos momentos.

Mientras Saddhakara hablaba de las tres imágenes centrales me venieron muchas imágenes de mi mismo, imágenes de mi pasado en las que me reconocí como el gallo, el cerdo o la víbora. Actuando de forma torpe y centrándome en "mi castillo", ahora que lo contemplo me doy cuenta que decidí no seguir girando en la rueda y ascender a un nuevo anillo de la rueda. Me refiero a un momento en mi vida hace casi año y medio en que decidí abandonar algo que hasta aquel instante había me había preocupado y ocupado.
Durante más de doce años dediqué mucha parte de mi tiempo libre a trabajar en una sociedad científica profesional por la mejora de mi disciplina profesional, la Enfermería, en tanto que pensaba que ayudando a mejorar la profesión ello repercutiría en los demás. Reconozco que durante mucho tiempo ese trabajo me llenaba, creo que se consiguieron logros importantes. Personalmente trabajaba con avidez como el gallo picotea el suelo, luché por convencer a muchos compañeros, y siendo justos creo que se consiguieron muchos logros. Sin embargo, siempre dudaba si me estaba obcecando en algunas posiciones, si rechazaba otros puntos de vista o si estaba alimentando mi ego. Cuando intuía que los objetivos que perseguía se alejaban del espíritu por el que me metí en todo aquello, las cirscunstancias y en parte el ego me lo impedía. Lo disfrazaba con ideas del tipo "me lo merezco, le he dedicado muchas horas, sí continúo podré mejorar muchas cosas". Recuerdo que inicialmente deseaba llegar a presidir la Asociación, pero cuando ya abandoné esa idea de nuevo las circunstancias, y otra vez mi ego, me hicieron llegar a ser vicepresidente de la asociación. Haber alcanzado la posición de vicepresidente me aseguraba el paso automático a ser presidente de la asociación.
Sin embargo, continuaba intuyendo que algo iba mal, que aquel sentido que creía inicialmente que era de mejora de la disciplina profesional no era tal, y que si continuaba por ese camino cada vez me encontraría peor. En contra de la opinión de mis compañeras y compañeros de la asociación, decidí renunciar a la presidencia y dedicarme a una llamada interior que bauticé con el nombre de desarrollo personal. Cierto es que fueron las circunstancias las que me llevaron a tomar la decisión, pero parar la rueda me costó mucho. Y ahora visto con perspectiva superar la ignorancia ha sido muy gratificante. Y en eso estoy en estos momentos, iniciándome en el Dharma.
Volviendo a la reflexión que nos pedía Saddhakara he de reconocer que el veneno que más me caracteriza es la avidez, aunque no siempre ha sido así. Durante mucho tiempo el veneno más característico fue la ignorancia. Ahora reconozco al gallo, lo contemplo y veo como esos comportamientos aprendidos todavía son una parte de mi.
Con perplejidad contemplo como ahora que me he iniciado en el camino del Dharma he tenido que superar mi avidez inicial de querer saber más y más y más. Comprarme libros sobre budismo casi rayando en lo compulsivo. Tengo ya varios que tengo por leer y algunos ya los he engullido. Afortunadamente hace algún tiempo que me di cuenta, contemplo mi avidez y ahora serena y tranquilamente leo, asimilo y he dejado de comprarme libros hasta que no me haya leido todo lo que he colocado en la estantería y que espera mi atención. Reconozco que me gusta el camino que he emprendido y doy gracias a todo lo que ha pasado porque es lo que me ha llevado a donde me encuentro ahora.

"Practica la contemplación de la impermanencia para liberarte del engreimiento"
(Majjhima-Nikaya)

Referencias
Majjhima-nikaya citado en: Kohn, S. C. (2009). La vida de Buda. Madrid: Gaia ediciones.
Sangharákshita (1993). El Budismo: la enseñanza y su práctica. Valencia: Fundación Tres Joyas.

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