Estos son los diarios de un aprendiz que pretende descubrir el Dharma y su significado.
Hace 2500 años comenzó un camino, decidí unirme a él,
el 4 de noviembre de 2009 de la Era Común.

domingo, 5 de junio de 2011

Comunicación veraz

Hoy he descubierto que la comunicación veraz es cosa de dos. Yo me puedo plantear la comunicación con metta, puedo o no conseguirlo. Pero si la otra persona no tiene al menos, el mismo nivel de compromiso de ser honesto, y es capaz de reconocer que hay una actitud de metta, la comunicación veraz es difícil.
Si cuando reconozco que surgen emociones negativas cuando me relaciono contigo, y reconozco que este no es tu problema sino el mío. Si no existe un marco de compromiso similar como el que supone ir al refugio de las tres joyas, es posible que lo que digo lo tomes como una agresión.

Si cuando me dices que te surgen emociones negativas cuando te relacionas conmigo, y reconoces que ese no es mi problema sino que es el tuyo. Si no reconozco que esto me lo dices con metta y que no me estás agrediendo. Entonces la comunicación veraz es díficil.

"Me insultó, me pegó, me humilló, me robó"  — en los que no albergan tales pensamientos el odio cesará. 

martes, 12 de abril de 2011

El eje de la rueda de la vida y el triple sendero


La enseñanza de la rueda de la vida, como símbolo de la visión budista de la existencia mundana, se remonta a la misma época del Buda.

La enseñanza se atribuye a Maugalyayana, uno de los discípulos más sobresalientes del Buda con un gran dominio de los poderes psíquicos. Maugalyayana era capaz de ver a los seres de los estados infernales o los mundos celestiales… Además poseía una capacidad extraordinaria de empatía con los demás de modo que podía vigorizar el entusiasmo que empezaba a flaquear en su interlocutor, al compartir su Visión Clara de todas las diferentes existencias. El Buda al darse cuenta de esto, propuso que se hiciera una pintura con las enseñanzas de Maugalyayana, instruyendo para que pintaran la Rueda de la Vida a la entrada de cada monasterio y que un monje fuese el encargado de su enseñanza.

La mayor parte de lo que conocemos de la Rueda de la Vida proviene del budismo tibetano, a excepción de un solo ejemplo en los antiguos templos de las cuevas de Ajanta, ninguna otra pintura de la Rueda ha sobrevivido en la India. (Subuthi, 1992)

Esta enseñanza, sitúa en el eje de la rueda a lo que se ha denominado los tres venenos: El gallo que representa la ambición, el deseo de poseer o la avaricia; la víbora que representa el odio o el rechazo; y el cerdo la ignorancia. Estos tres venenos o tres raíces son la base sobre la que se sustentan las miserias y ataduras humanas. (Subhuti, 1992:69).

Estos tres venenos tienen como principal finalidad la de alimentar el egotismo. Y así cuando el ego se ve amenazado en su identidad surgen de forma reactiva los tres venenos.

El ego estimula su integridad fundamentalmente creando una realidad ilusoria a través de la idea de la permanencia desarrollando en consecuencia la idea de un yo permanente.

En contra de esto encontramos que la realidad condicionada se caracteriza por lo que en la enseñanza se identifica como las tres marcas, o lakṣaṇas: 
Frente a la ilusión de la permanencia encontramos que la realidad es impermanente (anitya), insustancial (anatman) y en consecuencia se produce insatisfactoriedad (Duḥkha).

El gallo
Es la representación del deseo en sus diferentes perspectivas:
Por una parte supone una representación de los deseos neuróticos. Tales deseos se pueden manifestar por obtener posesiones materiales como en mi caso el último Gadget tecnológico o el iPad 2. Se manifiesta cuando el sentido de posesión alcanza a una persona como la pareja o una amistad. Es notorio como utilizamos el pronombre posesivo cuando hablamos de la pareja como cuando Gollum, el personaje de El Señor de los Anillos, habla de su tesoro.

Otra forma en que se manifiesta este veneno es por ejemplo el de poseer una buena imagen personal, profesional, prestigio, fama…

Todas estas manifestaciones son aspectos que refuerzan la idea de un yo egotista.

Este veneno también se presenta en forma de apego a todas aquellas ideas y percepciones mentales que fomentan la idea de nuestro yo:

El apego a nuestra idea de cómo somos. A aquellas facetas que nos dan seguridad. Y estas no son siempre y necesariamente positivas. De hecho estamos muy apegados a las ideas de cuáles son nuestros problemas, cuáles son nuestros defectos, y sobre cómo solemos actuar. Ideas que en principio pueden ser perjudiciales u oscuras, pero que al fin y al cabo nos ayudan a identificarnos con la idea que tenemos de cómo somos y cómo es ese yo que ilusoriamente creemos impermanente.

La serpiente
Representa el veneno del odio y el rechazo. Odiamos todo aquello que amenaza o subestima nuestro sentido del yo. Cuando percibimos una amenaza profunda a nuestro yo, podemos reaccionar destruyendo la amenaza por completo con el fin de poder alcanzar nuevamente nuestra sensación de seguridad.

Este rechazo se manifiesta cuando interpretamos que alguien no nos está mirando de forma amigable o cuando no nos sentimos reconocidos.

El odio también se manifiesta cuando contemplamos algo que no nos gusta de nosotros. Proceder de forma reactiva nos conduce a actuar de forma torpe y en muchos casos destructiva, de modo que como si de un círculo vicioso se tratara reforzamos nuestro ego o nuestra visión negativa y reactiva de nosotros mismos y lo cual nos impulsa a dar una nueva vuelta de tuerca.

El cerdo
Representa el veneno de la ignorancia. Esta figura se encuentra excavando con su hocico en la suciedad y se representa con sus orejas cayendo sobre sus ojos de modo que le impiden ver lo que tiene delante. No ve más allá de su morro. Representa como he dicho la ignorancia de lo ilusorio. Del mismo modo en que el cerdo entierra su hocico en la suciedad, los que vivimos en la realidad condicionada tenemos una visión limitada de la vida y nos negamos a ver lo que tenemos delante de nuestros ojos porque aquello que vemos amenaza nuestra identidad.

Subuthi (1992:74) argumenta que es el veneno principal, la raíz de las raíces. “No es más que nuestra negativa a abrir nuestro ser a una esfera más amplia de la vida”.

Sabemos quienes somos, aunque esta percepción sea muy limitada. Nos encontramos seguros en la limitada percepción de ese yo que hemos creado con nuestras miserias, nuestros problemas y nuestras ideas de cómo somos. Nos sentimos seguros con nuestro nivel de conciencia alcanzado, estable, frágil pero seguro. Pero nos negamos a ir más allá de los que somos porque es un terreno desconocido y nos da miedo. Estamos seguros con esa idea ilusoria del yo que hemos alcanzado, incluso cuando hemos avanzado en el camino espiritual.

Subuthi (1992:76) nos recuerda que este veneno se encuentra presente hasta el momento de la iluminación. Por tanto, ahora y en el momento de desarrollo espiritual en que nos encontramos y el camino recorrido, el veneno de la ignorancia nos amenaza haciéndonos recrearnos en este yo ilusorio, en cierto modo mejorado con respecto al de hace un tiempo y más evolucionado, pero al fin y al cabo ilusorio.

Estos son los tres venenos que mueven la rueda y que se encuentran en el eje de la realidad condicionada. Se encuentran entrelazados de forma inextricable. Es muy raro encontrar el odio, la avaricia y la ignorancia en su forma pura. De forma que los tres venenos se nos presentan de una forma enmarañada.

Como dice Sangharákshita (1994:56), la Rueda de la Vida simboliza la mente reactiva. Superando esta mente reactiva, la mente creativa va a superar la condicionalidad de la rueda.

Sangharákshita (1994:57) plasma varias enseñanzas que nos pueden llevar a superar la realidad condicionada hasta alcanzar la iluminación: el triple sendero, el noble sendero óctuple; la serie de los doce eslabones positivos; las siete fases de la purificación y las siete ramas de la iluminación.

Me gustaría explorar cómo desde el triple sendero se pueden trabajar los tres venenos para poder superarlos y desarrollar una mente creativa.

En los primeros versos del Dhammapada (Ed. 2007:15) se dice:
“La mente es la precursora de todos los estados. La mente es u fundamento y todos ellos son creados por la mente. Si uno habla o actúa con una mente pura, entonces la felicidad le seguirá como su propia sombra…Me maltrató, me golpeó, me derrotó, me venció: quien no alberga tales pensamientos se liberará del odio”.

Una de las expresiones que el Buda proclamó en la Cuarta Noble Verdad, es la verdad del camino. Una de las formas tradicionales de expresar dicha verdad es mediante la enseñanza del triple sendero. (Sangharákshita, 2008: 133). Dicha enseñanza establece que el camino hacia la iluminación se realiza a través de la práctica de la ética (sila), la meditación (samadhi) y la sabiduría (prajña).


La ética y los tres venenos
Si consideramos los cinco preceptos en su formulación positiva, tal y como establece Sangharákshita (1993:151) y los relacionamos con los tres venenos podremos establecer como la práctica de la ética nos ayuda a superarlos.

La práctica del amor y la bondad que establece el primer precepto tiene una acción directa sobre el odio y el rechazo. En palabras de Sangharákshita el principio de no violencia —ahimsa— puede definirse como el amor en acción y es posiblemente el mayor antídoto que existe contra el odio. Si la violencia es el resultado de un pensamiento de odio, el amor es la semilla que disuelve el egotismo y crea el principio de mismidad: aquello por lo cual se es uno mismo, sin tener que compararse a los demás.

La práctica de la generosidad incide directamente sobre el apego, la avidez y ese fuerte sentido del “yo” que es la apropiación y el sentido de lo “mío”.  Al poner énfasis en los preceptos en positivos nos estamos comprometiendo con la “purificación”. Al comportarnos éticamente estamos refinando y purificando nuestros estados mentales para desarrollar la sabiduría y superar la ignorancia. (Sangharákshita, 2010 : 281).

El tercer precepto se refiere a abstenerse de mantener una conducta sexual torpe, en tanto que la sexualidad es un motor tan potente de la existencia humana que es fácil caer en el deseo neurótico. Personalmente creo que la formulación del tercer precepto en positivo, fomentar quietud, sencillez y contento, es aplicable a cualquier deseo neurótico e influye directamente sobre la avidez y el apego.

Mantener una comunicación veraz incide directamente sobre la ignorancia. Sangharákshita (2010:283) afirma:
“la veracidad en su más amplio sentido puede definirse como una unidad de pensamiento, palabra y acción”.

En tanto que somos veraces, comenzamos por reconocer cómo es nuestra realidad, cuáles son nuestros pensamientos y cómo todo esto se refleja en nuestras acciones. La comunicación veraz también está inactivando el veneno de la avidez, porque en muchas ocasiones decimos falsedades porque deseamos obtener algo que si somos realmente veraces no obtendríamos.

Por último, la conciencia clara y lúcida nos permite también incidir en los tres venenos porque podemos desenmarañarlos y contemplar tanto los pensamientos como las acciones que están impregnadas de cualquiera de los tres venenos.

La meditación y los tres venenos
“La meditación puede definirse como el sistemático ensanchamiento del conocimiento o la conciencia”

Sangharákshita, 2010
Cuando meditamos podemos hacerlo con la finalidad de alcanzar paz interior, pero también lo podemos hacer con una finalidad espiritual. En este último caso persigue la finalidad de comprender el significado de la propia existencia o de la realidad última. A través de la meditación se consigue alcanzar esta conciencia y la comprensión de la realidad. (Sangharákshita, 2010:303-6).

Sangharákshita (2010) expone cinco métodos básicos de meditación. De ellos los que inciden directamente sobre los tres venenos son: el seguimiento de la respiración que consigue contrarrestar el veneno de la confusión mental, los pensamientos divagadores o la distracción; la práctica de metta bhavana que compensa y llega a anular la aversión o el odio; y la práctica de contemplación de la decadencia que llega a neutralizar el deseo neurótico.

La práctica de la meditación es un laboratorio en el que aprendemos a manejar nuestros pensamientos y a desarrollar atención. Cuando este aprendizaje lo llevamos a la práctica cotidiana desarrollamos atención consciente y podemos contemplar el veneno del engaño.

La sabiduría y los tres venenos
El modo en que la sabiduría interactúa con los tres venenos no se puede aislar de la práctica de la ética y de la meditación. Es a través de la práctica de ambas cuando se alcanza la sabiduría y se incide en los tres venenos.

La sabiduría se comienza desarrollar cuando nos acercamos con metta a las situaciones que nos producen rechazo y somos lo suficientemente diligentes como para contemplarlas desde una perspectiva consciente. Se comienza a desarrollar cuando nos permitimos desapegarnos de nuestras ideas preconcebidas y vislumbrar nuevos puntos de vista creativos que nos permiten ver la realidad más allá de lo que parece ser.

Desde el punto de vista del budismo, la sabiduría es ver las cosas tal y como son (Jñana) y no como aparentan ser (Vijñana). Jñana está libre de codicia, odio e ignorancia mientras Vijñana está atrapada por ellas. Sangharákshita (2010:338) afirma que alcanzar Jñana es un sinónimo de haber entrado en la corriente.

Alcanzar Jñana se realiza mediante el impulso de nuestra vida espiritual, a través de la meditación, la ética, la amistad espiritual, el estudio del Dharma… Se comienza a vislumbrar la diferencia entre Vijñana y Jñana cuando de forma eficaz se desarrolla el Ir al Refugio.


"Gradualmente, poco a poco, de uno a otro instante, el sabio elimina sus propias impurezas como un fundidor elimina la escoria de la plata"
Dhammapada, 239

Referencias

  • Dammapada. La enseñanza del Buda. Versión de Narada Thera. (2007).  Madrid: Edaf
  • Sangharákshita (1993). El Budismo: la enseñanza y su práctica. Valencia: Fundación Tres Joyas.
  • Sangharákshita (1994). Sólo existe el momento presente. Valencia: Fundación Tres Joyas.
  • Sangharakshita (2008). Una panorámica del budismo. Novelda: Dharma
  • Sangharakshita (2010). Budismo. Introducción a la filosofía, la meditación y la práctica de la tradición budista. Barcelona:Oniro.
  • Subuhthi (1992). La Rueda, la Espiral y el Mándala. Barcelona: Edicomunicación.

lunes, 11 de abril de 2011

Delhi

De nuevo en Delhi. Camino del hotel en el taxi. En la autopista. En el arcén interior al lado de la mediana. Un niño en la calzada, llorando desconsoladamente mientras recogía un cesto caído de patatas hervidas, la mitad destrozada... Seguramente para vender y ganar su sustento. No tiene mas de ocho años y en su cara se dibuja el sufrimiento. Llanto y lágrimas entre humo y polvo.

De nuevo Delhi, un universo donde la rueda de la vida no es una metáfora de los estados mentales sino una realidad palpable a cada paso. Donde ves el mundo de los dioses, de los titanes, de los espíritus hambrientos, los infiernos, los animales y los humanos. Una realidad que es, que no se puede ocultar. Que te incomoda porque cuando giras la cabeza, no haces sino ver una realidad más cruda.

Una calle polvorienta compartida por mendigos, lisiados, tullidos, por turistas y niños cuyo medio de vida es mirarte a los ojos, llevar su mano a la boca en señal de que quieren comer. Tirando de tu ropa cuando no quieres mirar. Pitidos, richos, tuc-tucs, coches y bicicletas. Hogueras para calentarse, muchas veces con lo mas insospechado como unas sandalias de caucho ante la falta de madera. Polvo, ruido, humo. Un gato medio ciego, asustado en medio de la calle. Mojado como si lo hubiesen escaldado. Sin saber dónde ir, dónde esconderse ante ese río de gente. Tanto dolor... Tanto sufrimiento.

Un perro con sarna, con los intestinos al aire. Lamiéndose, limpiándose, recostado como puede...

Una paloma caída del tejado sin apenas plumas. Intentando alzar un vuelo imposible. Enferma.

Una hormiga, con una pata menos que intenta seguir su paso. Pero cada paso que da lo único que le permite es caerse y voltearse para intentar volver a ponerse en pie y seguir adelante.

Más niños pidiendo de comer y cuando te atreves a mirarlos descubres que son personas y sobre todo niños. Te dan la mano, una mano áspera por la suciedad, pero cálida al tacto. Y cuando te permites el juego, ves una sonrisa que llena tu mirada.
Saltan, ríen, juegan. Se cuelgan de tu mano y la usan como un péndulo del que recolgarse para girar como una bailarina. Y te das cuenta, de que independientemente de lo que tu pones también pueden ser felices a pesar de la miseria.

Una realidad que no puedes dejar de mirar...
Ante la que no puedes cerrar los ojos porque su fortaleza es tal que sigue metida en tu retina. 

sábado, 11 de diciembre de 2010

Moral innata, ética convencional y ética budista

La moral innata
Desde la perspectiva de la ciencia, en estos momentos se considera que la moral es una herramienta heredada biológicamente para poder consolidar una sociedad
Mark Hauser, psicobiólogo de la universidad de Harvard sostiene — desde una perspectiva multidisciplinar (la neuro-psico-biología, la antropología y la lingüística)— la existencia de unos principios morales universales que rigen nuestras decisiones y juicios a la hora de distinguir el bien y el mal. (Punset, 2008a)

Hauser ha conseguido demostrar que nuestros principios morales comparten una serie de principios comunes universales entre todos los seres humanos.
Todo ser humano cuando nace tiene una serie de capacidades de convivencia solidaridad, competencia,  agresividad, compasión que nos ayudan a sobrevivir.

Según Hauser, todos estos comportamientos vienen determinados genéticamente y se encuentran en muchas ocasiones mediados por el incosciente… Cuando se pregunta a una persona que responda sobre si algo es moralmente justo ante distintos dilemas éticos. A veces dan una respuesta, pero no saben justificar porqué. Esto sugiere que se da un proceso incosciente que básicamente los empuja en una dirección u otra.
Cuando intentamos preguntarnos porqué actuamos como actuamos, solemos argumentar nuestras acciones en función de la moral, la justicia o la solidaridad, pero en realidad apenas conseguimos razonar muchas de nuestras decisiones porque por los circuitos que configuran nuestra mente transitan mensajes de agresividad, compasión, venganza, simpatía… y este tipo de emociones son las que orientan la conducta humana fuera de nuestra experiencia consciente.
Junto a las emociones estaríamos provistos de un instinto también incosciente que nos ayudaría a diferenciar entre una acción justa o moral de otra injusta o inmoral.
Marc Hauser argumenta que algunos de estos principios morales son compartidos por los animales aunque hay algunos específicos de los humanos. Por ejemplo algunos animales pueden cooperar entre si para cazar, para  defenderse, o comportamientos de altruismo como por ejemplo el reparto de la comida. Hace una semana podíamos ver una noticia en la que en el Bioparc, una cebra murió de manera fulminante y un antílope, que suele compartir comida y miedos en su hábitat natural, trató de levantarla sin éxito metiendo su fuerte cornamenta por debajo del cuerpo para intentar que se levantase.
Otro ejemplo es el que se da cuando un macaco se priva de comer si al accionar la palanca que le da acceso al alimento provoca descargas eléctricas dolorosas a otro macaco.

Según Hauser uno de los comportamiento únicamente humano es la capacidad de correspondencia; es decir, yo te doy algo a ti hoy y dentro de un tiempo tu me darás algo a mi. Sin embargo este comportamiento no se da en los animales, porque les cuesta controlar la impulsividad y tener paciencia.

Hauser identifica como actitudes morales las siguiente:
  • El narcisismo que se caracteriza porque deseamos que los demás vean que tenemos un componente negativo o egoista y en su lugar tenemos una actitud altruista… Es decir es un comportamiento muy relacionado con el qué pensarán los otros de mi.
  • La empatía en la que nos ponemos en el lugar de lo otro e intentamos ayudarle
  • La Compasión que surge ante seres que no conocemos de nada. Evolutivamente parece que las especies que son más compasivas tienen más capacidad para poder sobrevivir como especies y tener un espíritu adaptativo.
  •   La venganza /egoísmo.. cuando los recursos son limitados.


Otra de las cuestiones que resalta Hauser es la tendencia humana a considerar mejor la inacción u omisión, que las acciones. Y esto es porque en una acción vemos de manera mucho más fácil la intención, que en una omisión.

Finalmente otra de las características que se ha observado en esta moral innata es que la pertenencia al grupo provoca y exacerba los comportamientos que refuerzan la identidad de grupo independientemente de los valores que conscientemente hayamos decidido asumir.  El sentimiento de grupo… hace que veamos que todo lo que va en contra del grupo nos parezca mal.
Como resumen de esta moral innata me gustaría citar a Jonathan Haidt (2006):

Cuidar a los demás, equidad, lealtad al grupo, respeto por la tradición y la autoridad legítima , y acciones para evitar lo desagradable son los colores primarios de nuestro sentido moral innato.



La ética occidental
En la tradición occidental se mezclan elementos de la tradición clásica grecorromana, hay elementos de la judeo-cristiana y hay elementos paganos.
Si damos un vistazo a la tradición greco-romana veremos que un valor clásico que Homero adoptaba era que lo bueno consiste en hacer algo que sirve a la propia comunidad (adopta y refina esa característica de pertenencia al grupo de la moral innata). El hombre bueno es el que intenta sobresalir prestando los mejores servicios a su comunidad y es, el mejor en ello.
Algo que caracteriza a la moral clásica, es el imperativo categórico. El imperativo categórico establece mandatos que a modo de leyes nos obligan  actuar de un modo u otro. Pero sin duda,  el núcleo central de la ética occidental se basa en la tradición judeo-cristiana. Esta ha sido como dice Sangharákshita (1993) la “moral oficial”. En la  moral judeocristiana la ética se concibe tradicionalmente en términos legales. Así una obligación o regla moral ha sido establecida por parte del ser humano (como establecían los clásicos) o por parte de un ser supremo. En la tradición bíblica esto se ilustra perfectamente con el relato que acaece entre Moisés y Jehová en el Monte Sinaí. En medio de una tormenta llena de relámpagos, (simbólica expresión de violencia, y autoridad) Yahvé, entrega a Moisés los Diez Mandamientos , y este a su vez los entrega al pueblo de Israel.
Este relato ilustra cómo la ética se impone desde una autoridad suprema y externa al ser humano que lo obliga a hacer y cumplir una norma por parte de un ser superior… Esta sería la base de un sistema ético autoritario. En un sistema ético autoritario, se impone un código de conducta desde fuera, — en lugar de que éste surja de nuestro propio sentido del significado profundo de la vida— y luego se refuerza mediante un sistema de recompensa y castigo. 
En la Biblia cuando Adán y Eva comen del “árbol del bien y del mal” reciben un castigo por su acción a incumplir una norma dictada por Dios.
Finalmente otro elemento que caracteriza a la ética occidental, es la que podríamos  definir como la moral del capitalismo. Recordando a Adam Smith, como exponente de la filosofía liberal y del libre mercado establece en su obra “La riqueza de las naciones” un planteamiento básico del capitalismo que es que dice que gracias al egoísmo de los particulares se logra el bienestar general. Sin duda creo que este valor está muy presente en las relaciones que se entablan en nuestra sociedad.
Así, todos estos valores formarían parte de lo que se denominaría la ética convencional. Estas son reglas acerca de cómo debemos comportarnos y que tratan fundamentalmente de definir lo que es normal en una cultura en particular, en lugar de estar basadas en valores espirituales. 

La ética budista
Según Sangharakshita (2008), la ética es una de las tres manifestaciones fundamentales de la expresión del Camino Medio. La Cuarta Noble Verdad, la Verdad del Camino, se establece en tres fases o etapas simultaneas:
·     sila,
·     samadhi y
·      prajña.

En su significado primario, sila denota en general “naturaleza, carácter, hábito y comportamiento”. En su significado secundario, el más importante desde la perspectiva doctrinal , es el de “práctica moral, buen carácter, ética budista y código de moralidad”. La palabra sánscrita sila puede ser traducida por Moralidad siempre que no se le sobrepongan connotaciones cristianas, ni especialmente de carácter católico o protestante. La palabra moralidad viene de moralis en latín y se deriva de mos, moris que significa “manera, costumbre, hábito, forma de vida, conducta”. Por lo tanto en el sentido clásico original su significado es casi idéntico a la primera acepción de sila.
Generalmente la ética se define como “la ciencia del deber moral” o, en términos más generales, como “la ciencia e la conducta humana ideal y de la finalidad ideal de los actos humanos” (Sangharakshita, 1997).
De acuerdo con la enseñanza del Buda (Sangharakshita, 1993), como se ha transmitido en la tradición de cualquiera de las corrientes o escuelas, las acciones son correctas o incorrectas, perfectas o imperfectas, de acuerdo con el estado mental con el que han sido realizadas. El budismo no se acerca a la ética desde una perspectiva teológica en la que una autoridad dicta los comportamientos buenos o malos. Se acerca desde la perspectiva de la sabiduría.
De acuerdo con la tradición existen dos tipos de acciones; acciones torpes o akúsala ; y acciones perspicaces o hábiles denominadas en pali kusala.  Por tanto las acciones no son tanto valoradas en si mismas, sino en función de la intencionalidad que se encuentra detrás de ellas.
Detrás de una acción kusala hay claridad mental, metta o generosidad.
Un acto es akusala, sin embargo, emana de un estado mental dominado por alguno de las tres raices torpes o inasanas: la avaricia (lobha), el odio (dvesa) y la ignorancia (moha). (Sangharakshita, 2008)
Sin embargo la posición budista no es antinómica. El budismo no mantiene que uno pueda cometer lo que es convencionalmente una falta si se hace con la mejor intención posible. Los actos son una materialización del pensamiento. Y si alguien toma algo que no le ha sido dado declara per se su estado mental de ignorancia, odio o avaricia.
Sangharakshita (2008) establece que la práctica de ética es básica para poder practicar la meditación. Compara la meditación sin la práctica ética con intentar asir los remos de la barca para comenzar a remar sin antes haber desenganchado del amarre la cuerda de la barca.
La ética budista y la ley del karma, van de la mano. La palabra karma en sánscrito sencillamente significa acción. La ley del karma extiende la idea de causa y efecto al ámbito de la ética, y señala que todas nuestras acciones tienen consecuencias, para nosotros y para los demás.
La forma en que la ética cristaliza es en forma de los preceptos éticos formulados en su forma negativa, o algo para mi muy inspirador, en su forma positiva.
Pero quizá lo que resulta más inspirador es que desde la perspectiva del dharma los preceptos éticos no son mandamientos realizados por un ser superior o por el Buda, u otros seres humanos, sino que son asumidos como una elección personal. Son tomados como reglas de entrenamiento en el camino que nos lleva hacia nuestro ideal de alcanzar la iluminación
El poder y el potencial que tiene este hecho es importantisimo porque el poder transformador surge de asumir los principios éticos surge de nuestro interior y no supone una imposición.
De hecho, como Banthe dice el hecho de cumplir los preceptos son una prolongación del tomar refugio en las tres joyas.

Se el cambio que quieres ver
Aportes recientes de la neurobiología muestran, cómo la plasticidad de la red neuronal permite la inscripción de la experiencia, de modo tal que los elementos más finos del proceso de transferencia de información entre las neuronas -las sinapsis- sufren una remodelación permanente en función de la experiencia vivida: los mecanismos de plasticidad operan a lo largo de la vida del individuo y determinan de manera significativa su devenir.
Se ha visto que la experiencia modifica la eficacia de las sinapsis. Cuando aprendes algo a partir de la experiencia, la red de sinapsis cerebrales de un área son más eficaces. A esto se denominaría la huella sináptica que al parecer están en el origen de muchos procesos dominados por el inconsciente. Este descubrimiento en la práctica explica porqué no estamos predeterminados por los instintos y como nuestra experiencia modifica nuestro cerebro y nuestra esfera inconsciente.
La cuestión de la huella, eje del fenómeno de la plasticidad, se sitúa claramente en la intersección entre neurociencias y psicoanálisis, lo que permite poner en serie huella sináptica, huella psíquica y significante. Así, los conceptos psicoanalíticos de inconsciente y de pulsión adquieren una resonancia biológica, y se revelan como fundamentales para el psicoanálisis y para las neurociencias, abriendo una vía de colaboración de consecuencias impensables entre dos disciplinas que hasta hace poco parecían incompatibles. (Ansermet y Magistretti, 2006)
A efectos prácticos el fenómeno de la plasticidad cerebral podría explicar la máxima budista; Se el cambio que quieres ver.
De hecho cuando en la práctica actuamos de forma consciente de una manera (por ejemplo, actuar de manera como si estuviésemos iluminados) sería posible que estuviésemos estimulando áreas sinápticas más eficaces y así, si por ejemplo una persona  realiza una acción hábil, es muy probable que en una situación similar vuelva a realizar una acción hábil, o a la inversa.
Como Magistretti dice, estamos programados para ser libres, aunque ello puede llevarnos a cometer error y  tener un cierto grado de infelicidad (Punset, 2008b)

Reflexiones
Como seres sociales nos hemos desarrollado en un contexto  de ética convencional y autoritario y cuando asumimos los preceptos éticos podemos caer en la tentación en relacionarnos con ellos del mismo modo en que nos relacionamos con la moral convencional y autoritaria.
Uno de los peligros es tomar los preceptos como mandamientos. Es fácil que en un momento dado nos podamos descubrir reprochando y señalando a alguien cuando los preceptos no se cumplen, tanto a los demás como a nosotros mismos. Cuando nos situamos como jueces y evaluamos  las conductas como talesnos comportamos de esa manera estamos reproduciendo los esquemas de pensamiento y razonamiento que tiene la ética convencional y autoritaria.

Otra implicación práctica es que debemos desarrollar la atención consciente para poder observar todas esas características de la moral innata que mencionan Hauser y Haidt, poniendo especial énfasis en el efecto que el grupo tiene en nuestras acciones.
Aquí es donde deseo recordar una charla que Parami dio hace poco más de un año en el Centro Budista de Valencia (Parami, 2010) evocando una charla pronunciada por Sangharakshita (Evolución o extinción: los problemas mundiales actuales) en la que nos alerta sobre como podemos desarrollarnos en el mundo actual. Creo que deberíamos tener muy presentes las palabras de Sangharakshita cuando nos estimula a crear una comunidad espiritual o retirarnos de los grupos que van en contra de los valores que hemos decidido asumir.
Sabemos que una forma de construir nuestro ego es mediante el espíritu de pertenencia al grupo: soy valenciano, soy español, soy gay, soy del barça, soy cristiano, soy budista. La pertenencia al grupo es un gran constructor del ego y por eso me gusta recordar las palabras del Buda:

“Estar apegado a un cierto ideario  y considerar a otros como inferiores es lo que el sabio denomina una cadena”
Sutta Nipata

Referencias
  • Ansermet, F. y Magistretti, P (2006). A cada cual su cerebro. Plasticidad neuronal e inconsciente. Buenos Aires: Katz
  • Haidt, J. (2006). La hipotesis de la felicidad : la busqueda de verdades modernas en la sabiduria antigua. Barcelona: Gedisa.
  • Parami. (2010). La Sangha. Disponible en http://www.freebuddhistaudio.com/audio/details?num=LOC357.
  • Punset, E (2008 a). Existe una moral innata. Redes 3. Disponible en http://www.redesparalaciencia.com/redes.rss
  • Punset, E (2008 b). Libres y conscientes pero infelices. Redes 14. Disponible en http://www.redesparalaciencia.com/redes.rss
  • Sangharakshita (2008). Una panorámica del budismo. Novelda: Dharma
  • Sangharákshita (1993). El Budismo: la enseñanza y su práctica. Valencia: Fundación Tres Joyas.
  • Sangharákshita. (1997). Los diez pilares del budismo. La base de la filosofía y la ética orientales. Barcelona : Oniro.

miércoles, 30 de junio de 2010

El resplandor del Dharma*

*Charla ofrecida en la reunión de Sangha del 30/6/2010

En primer lugar quiero dar las gracias a Yashodeva por ofrecerme la posibilidad de que hablase sobre Ratnasambhava en la reunión de la sangha de los miércoles. La verdad es que cuando me lo dijo la semana pasada, le comenté que como aquel quien dice me lo acababan de presentar porque no había explorado el Buda del sur.

Después de una semana de un intenso propósito de conocer a Ratnasambhava me he dado cuenta que Ratnasmabhava ha estado muy presente en mi vida como budista y que no era tan desconocido para mi como creía.

Ratnasambhava se encuentra al Sur del Mandala y es conocido como el nacido de la Joya en su esfera Gloriosa. Personifica la Sabiduría de la Igualdad. Es de un color amarillo, como un campo de maíz maduro brillando al calor de la luz del mediodía. Va vestido ricamente con sedas reales que denota su gran riqueza (Subuthi, 1992). Ratnasambhava esta asociado con la riqueza de todos tipos. Como he comentado en su corazón resplandece la sabiduría de la igualdad y saber lo que es uno mismo sin tener que recurrir a compararse con los demás. Su sabiduría rescata los factores comunes de la experiencia y ve todos los aspectos de la vida. Todo se percibe como si tuviera la misma naturaleza fundamental: la vacuidad. Por debajo de las diferencias externas de las cosas subyace la realidad, aunque no debe pensarse que esa realidad es una entidad sustancial, sino un principio de creatividad que subyace a todas las cosas. Al identificar la naturaleza fundamental de la realidad, las diferentes formas que adopta la misma no tiene tanta importancia. La forma, la identidad ya no tiene tanta importancia porque todas las formas son iguales en su esencia. Es por eso que se dice que Ratnasambhava transciende la pasión del orgullo y la transforma en mismidad: aquello por lo cual se es uno mismo, sin tener que compararse a los demás.

El orgullo es el fracaso de la esfera humana, porque la conciencia del yo y del ego puede degenerar muy fácilmente en engreimiento. Es por eso por lo que Ratnasambhava es el buda que se encuentra en el mundo de los humanos en la rueda de la vida.

Vessantara (2005) afirma que el único reino de la rueda en el cual se puede sentir apoyo de los demás es el reino humano. Con la ayuda de Ratnasamhava se puede transformar el orgullo en samatajnana, la sabiduría de la mismidad. Con samatajnana puedes trascender el orgullo y la falta de autoestima, porque es en el reino de los humanos donde podemos empatizar con los demás. Empatizando con los demás te haces rico en sus riquezas. Este es el mundo en el que nos podemos regocijar de los méritos, apreciando las buenas cualidades de los otros y regocijándonos en su felicidad.

Ratnasambhava significa el “que produce joyas”. Se le ha identificado como el buda de la generosidad. Es infinitamente rico y da abundantemente a todos porque todos los seres son igual de preciosos. Su elemento es la tierra, dado que al fin y al cabo la arcilla y los elementos de la misma son los que componen a todos los seres.

Ratnasambhava ve la riqueza creativa inherente a todas las cosas y la belleza trascendental que impregna el universo entero. Sangharakshita (1993) afirma que es el Buda de la belleza. La contemplación de la belleza tiene un efecto refinante y transformador sobre nuestras emociones, las cuales normalmente están ligadas a aquellas cosas muy básicas que queremos y necesitamos. La contemplación de la belleza puede llevarnos a trascender el placer hasta alcanzar una visión refinada de la existencia.


En la forma que adopta Ratnasambhava, su mano izquierda descansa en su regazo y su mano derecha con el mudra varada, baña el mundo con cosas preciosas, y nos muestra una joya. Simbólicamente es la triple joya del Buda, el Dharma y la Sangha, formalmente se dice que es chintamani. Chintamani es la joya que concede todos los deseos. Es la misma joya que Avalokitesvara guarda entre sus manos. Es la misma que se encuentra en el loto cuando recitamos el mantra de Avalokitesvara Om Mani padme hum. Es la joya que tenemos entre nuestras manos cuando reverenciamos al Buda. Es una joya que todos poseemos en nuestro interior.

El animal de Ratnasambhava es el caballo, que está asociado con la partida histórica del Buda la noche que se fue de su palacio montando en un caballo acompañado por su joven auriga. El caballo en el simbolismo budista es la encarnación de la velocidad y la energía en forma de aliento vital. (Sangharákshita, 1993)

Mámaki es la consorte de Ratnasambhva. Su nombre significa “la Dama que lo hace todo mío” . Mámaki al estar iluminada no lo hace en un sentido egoista, sino considerando que todos somos uno, por tanto Mámaki goza a todos, los disfruta a todos y los toma en consideración como si fuera ella misma porque no ve diferencia entre si misma y los demás. (Sangharákshita, 1993)

Por último me queda hablar de Srimat, la tierra pura en la que habita Ratnasambhava. Al preparar esta charla uno de los aspectos que me llamó la atención en el texto de Vessantara es la alusión que hace a la abundancia del tiempo y la energía y recordé una película que me gusto en su momento y de la que voy a rememorar algunos aspectos en esta charla. Se trata de Star trek: insurrection. Esta película se desarrolla en el planeta de los Ba’kú. Los Ba’kú son un pueblo que con una gran capacidad tecnológica y destructiva se refugian en un pequeño planeta de anillos que tiene una peculiaridad especial. Los anillos del planeta emiten una radiación metafísica que regenera constantemente las estructuras genéticas de los seres vivos que habitan en él, de forma que los seres no envejecen. Esto ha hecho vivan allá más de trescientos años y que sus cuerpos se regeneren de forma continua y no envejezcan. Vivir tanto les ha permitido que desarrollen una gran disciplina mental, una gran claridad de percepción. El tiempo ha dejado de ser importante. Hay abundancia de tiempo y cuando vives en ese mundo dejas de revisar lo que hiciste ayer, piensas en el ahora, y dejas de pensar en el mañana. Con esta visión de la existencia son maestros en vivir lo que ellos llaman, experimentar el momento perfecto en el tiempo.

Es un momento en el que el tiempo parece detenerse y podrías quedarte a vivir en ese momento, porque el tiempo lo puedes hacer todo lo eterno que tu desees.



Los habitantes de Ba’kú, ya no exploran las estrellas porque han descubierto que en un solo momento puede ser un universo donde eres consciente del ahora.

Yo creo que ese mundo de los Ba’kú es la tierra pura Srimat en la que habita Ratnasambhava. Y es aquí donde voy a enlazar con lo que decía que Ratnasambhava había estado muy presente en este último año. Me explicaré; yo me he introducido en la práctica del budismo de la mano de Dharmakirti. El resplandor del Dharma me ha permitido ver la luz sin que el rayo me toque. Percibir la luz de Ratnasambhava sin conocer a Ratnasambhava. Digo esto porque Dharmakirti, cuya práctica es Ratnasambhava me ha enseñado a experimentar el momento perfecto en el tiempo, y a poder encontrar en algunos instantes Srimat.

No es casualidad que el proyecto Srimat para construir un nuevo Centro Budista haya dado como fruto este centro (Centro Budista Valencia, 2007). Un lugar que irradia belleza, creatividad y paz, un lugar donde reina la amistad y metta, donde podemos revelar los tesoros de la vida espiritual, y despertar a su solidaridad y suprema sabiduría.

Dharmakirti me ha mostrado el camino a Srimat, y estoy seguro que algún día llegaré a Srimat, y parafraseando a Saddhakara cuando cita el poema de Kavafix — Viaje a Ítaca— para referirse al noble sendero óctuple. Realmente lo importante no es como es Itaca sino lo sabio que te has vuelto en el camino.

Referencias
  • Centro Budista Valencia (2007). Srimat nuevo CBV [Blog], http://srimat.blogspot.com/, Consultado 27/06/2010.
  • Frakes, J (1998) Star trek IX: insurrection. [DVD]. Madrid: Paramount.
  • Sangharákshita (1993). El Budismo: la enseñanza y su práctica. Valencia: Fundación Tres Joyas.
  • Subhuti (1992). La rueda, la espiral y el mandala. Barcelona: Edicomunicación.
  • Vessantara (2005). La joya que concede deseos en el sur. Valencia: Centro Budista Valencia. Disponible en http://www.budismo-valencia.com/cincobudas/Ratnasambhava.htm, consultado 27/06/2010.

domingo, 6 de junio de 2010

La burbuja

A veces hechos insignificantes te hacen mirar atrás. Ayer busqué una receta de arroz turco, la tenía en la libreta que Dharmakirti nos sugirió que nos acompañase cuando comencé el curso de Respiravida. La primera anotación que tengo es de mediados de mayo de 2009, mirar la fecha me ha hecho contemplar el tiempo transcurrido.
En los medios de comunicación se habla de la burbuja inmobiliaria, que si ha estallado, que si no. Para mi hablar de la burbuja es hablar de una burbuja en la que quería permanecer sin que nada cambiase, sintiéndome seguro y queriendo recrearme en una felicidad ignorante.
 Pero la única verdad universal que realmente se puede reconocer, la impermanencia, hizo estallar mi pequeña burbuja en octubre de 2008. Todo aquello a lo que me quería aferrar había desaparecido, todo ello se había transformado y la vida me obligó a reconocer la belleza del cambio y a soltar el apego a aquello a lo que me aferraba y  deseaba como inmutable.

Reconozco que el apego a aquello que me hacía sentirme seguro y que me hacía permanecer en aquella burbuja me obligó a renunciar a las emociones, a las sensaciones  y a disfrutar de la alegría de la vida. Pero de todo esto no me di cuenta hasta que la burbuja estalló.

Afortunadamente la burbuja estalló y hoy vivo abierto a la vida, abierto al cambio, soltando todo aquello que me hace aferrarme y desarrollar apego e intentado gozar del momento presente, regodeandome en el instante, e intentando no encadenarme tanto a aquello que me gusta o que me desagrada. No es tarea fácil, pero sólo requiere practicar.

Llevo meditando a diario más de hace un año, y la meditación ha supuesto aprender a contemplar la impermanencia. A alejarme de los pensamientos, las emociones y las sensaciones y no verme arrastrados por  todos ellos. Curiosamente ahora cuando tengo pensamientos torpes, no me martirizo ni me recrimino. Cuando me encuentro triste o desanimado intento contemplarlo sin añadirle más emociones de culpabilidad, o intentando buscar el porqué a esas emociones que son pasajeras, intento vivirlo sin que me perturbe. Y ahora estoy intentando aprender a gozar de las emociones y experiencias positivas sin intentar aferrarme a ellas. Esto es casi más difícil porque cuando vives algo positivo quieres que no acabe y si cesa quieres que vuelva.

Este lunes pasado tuve una experiencia gozosa como hacía tiempo que no había tenido. Fue gozosa tanto por la experiencia en si, como por el hecho de haberme permitido vivirla habiéndome despojado de miedos, represiones y autorestricciones. Quizá lo más gozoso de todo fue que lo viví como un regalo del universo, sabiendo que tenía principio y fin, y que no me estaba aferrando para que la experiencia no acabase. Y es quizá esto lo que más alegría y contento me produjo porque al no aferrarme, la resonancia y el eco de esta percepción hizo que el gozo se amplificase infinitamente.

La única manera de encontrar paz en nuestro interior, de encontrar el camino que conduce a la liberación, es la de cambiarnos a nosotros mismos y no intentar cambiar el mundo.
Ayya Khema, 1994

viernes, 30 de abril de 2010

La roca

Me encuentro bien. Después de tempestades turbulentas, me encuentro bien. Ya comenté en una entrada anterior que me encontraba dando vueltas alrededor de una gran roca en medio de mi camino que me impedía avanzar.  Y me encontraba dándole vueltas y mas vueltas, y lo único que estaba era cavando ese surco al que Saddhakara se refiere cada vez que hacemos girar la rueda de la vida. Un surco cada vez más hondo que estaba haciendo que la roca pareciese una gran montaña inexpugnable.
El otro día me volví a ver en el camino; para ser mas preciso, mas bien dentro de la zanja. Y me encontré de nuevo dando vueltas. Ignorancia, avidez, rechazo ... dando cada vez mas vueltas al tiovivo, subiendo y bajando en el caballito de feria, aferrado con mi apego a la barra que lo hace subir y bajar.
Y decidí parar... me aparte la orejeras.

Cuando no te gusta algo... puedes cambiarlo, o conformarte. Yo había decidido seguir la senda de conformarme, ejerciendo una ignorancia activa que miraba de reojo al espejo porque no deseas mirar lo que ves...Ignorancia activa.

El efecto liberador del dharma es mágico. Cuando me comprometí a seguir los preceptos éticos supuso asumir la senda de abstenerme de mentir. No creí que el efecto transformador fuera tan grande. Creí que era difícil no mentir a los demás aunque lo realmente más difícil es no mentirse a uno mismo. Y es aquí cuando reconozco que me he mentido continuamente de forma sutil con esa ignorancia activa.

Y no deseo mentirme más, quiero ser honesto conmigo mismo.
Mientras escribo esto Alaska canta: "Malgasto mi talento destrozando a los demás, propagando mil mentiras, disfranzado la verdad. Estoy perdiendo un tiempo que no voy a recobrar. Parece que mi vida no da para más" 
... Sincronicidades...
Tengo miedo a decirme la verdad. Reconozco que no me gustan algunas partes de mi cuerpo, reconozco que no me gusta mirarme al espejo. Por eso lo reconozco y miro al espejo de la rueda de la vida.
He de decir que verbalizar esto, mirarlo y escribirlo tiene un gran efecto liberador que supongo que culminará cuando decida publicarlo.
Y en eso estoy, disfrutando del gran gozo que supone no mentir a los demás, pero especialmente no mentirme a mi mismo. Para acabar de redondear ese gozo del momento presente, sincrónicamente, leí el texto de Saddhakara "Un tiesto más grande".



Por buscar el logro espiritual de los otros, no obstante, no debe uno ser negligente en la búsqueda del propio logro. Percibiendo claramente la propia meta, permita que otro intente su propio resultado. Dhamapada, 166